Psicológicamente es muy beneficioso darle importancia a los cumpleaños, sobre todo en la infancia y adolescencia, ya que, en estas etapas, celebrarlos o no puede marcar la psicología de nuestros hijos.

La celebración del cumpleaños es una demostración de buenos deseos y gratificaciones, es una forma de reafirmar su autoconfianza, ya que se sienten queridos, y estas celebraciones serán recordadas de por vida.

Más allá del tamaño de la fiesta o los regalos, al celebrar un año más de vida, les estamos diciendo lo felices que somos de que estén con nosotros y lo especial que es ese día, siendo el momento perfecto para cumplir sus sueños o deseos en la medida de nuestras posibilidades: una bonita decoración con su motivo preferido, su tarta favorita, obsequiar algo que le haga ilusión…todos estos detalles expresan nuestro cariño y ellos lo perciben.

Aunque el amor se debe expresar a diario, festejar su cumpleaños ayuda a que nuestros niños crezcan con una autoestima fuerte.

A medida que crecemos, la celebración de los cumpleaños se torna en una fecha de festejar la vida, las metas cumplidas y los nuevos propósitos, ¡es un día para compartir con las personas más importantes y sentirse muy especial!

Sin importar en que etapa de la vida nos encontremos la celebración del cumpleaños tiene un profundo significado de sentirse querido (a) y recordado (a) por las personas que consideramos importantes, aún cuando no “nos guste” festejarlo…

Una mesa arreglada con detalles que agraden al cumpleañero (a), una tarta, un obsequio…harán ese día inolvidable y quedara en el recuerdo por siempre, generando bienestar y tranquilidad.

Celebrar el día que llegamos al mundo nos hará sentirnos plenos como personas a lo largo de la vida, haciéndonos más estables, seguros y estables emocionalmente.